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viernes, 4 de abril de 2008

Dubai en Barinas

Que tal Marcos Carrillo, soy de los que han tenido la oportunidad de visitar otros países, y no hablo de países con un chorro de petróleo como Dubai, hablo de países bastante cercanos al nuestro, y también bastante lejanos. Cada vez que lo hago siento esa gran frustración de la que hablas.

Es lamentable lo que hacen con nuestro país. Tomado de eud.com

Marcos R. Carrillo P. // Dubai en Barinas

La mejor forma en que he podido comprender el "período especial" (para utilizar la terminología castrista) por el que estamos pasando es llevándolo a la vida de un hombre común, cuyo sueldo es sustancialmente mayor que el de la mayoría de la gente, que súbitamente pasa a ganar más de diez veces su salario. Así, este señor que ganaba en algún momento 10 millones mensuales de bolívares de los viejos, pasa a percibir más de 100 millones al mes. Saque su propia cuenta, multiplique por diez sus ingresos.
El problema se presenta a la hora de que ese hombre, lego en economía, se plantee qué hacer con el dinero y, en lugar de invertirlo en cuestiones económicamente rentables, lo gaste regalándolo y haciendo fiestas para que lo quieran, comprando Hummers o cualquier otro tipo de frivolidades.

En Dubai se han visto afectados por la misma estrella que nosotros, pero han tenido una suerte distinta. Recientemente un buen amigo estuvo por allá y, al preguntarle qué le pareció, sólo atinó a responderme "se siente una gran frustración". El desengaño era en razón de ver qué están haciendo por allá con el dineral que les ingresa. Según me comentaba, la inversión en industrias distintas a la petrolera se la han tomado tan en serio que lograron optimizar el servicio eléctrico a niveles jamás imaginados, lo que, a su vez, permitió desarrollar complejos industriales muy sofisticados, al punto de que, en la actualidad, más del 70% de los ingresos de ese país no provienen del petróleo pues, según piensan por allá, esta parranda no durará tanto como el parque industrial que han construido.

Además, son ya famosos en el mundo entero, no sólo el increíble hotel en forma de vela, sino las penínsulas en forma de palmera que han usufructuado al mar y el archipiélago artificial que representa a los continentes, también ganado al mar. Todo esto se ha realizado con los mejores estándares de construcción y con profundo celo ambiental, con la finalidad de crear una potencia turística que sirva para sostener el ingreso luego del petróleo.

Basta decir que, en similares circunstancias económicas, nosotros no sólo no tenemos un plan ni remotamente similar, sino que, simplemente, no tenemos leche, pollo, carne o huevos.

El cuento no paró ahí. Al explicarme las inversiones que se hacían en ese país, hizo una importante aclaratoria: La familia real (de Dubai, claro está) es socia de todo cuanto acontece en ese pedazo de tierra. Aparentemente, su sistema constitucional así lo dispone. Aquí, por el contrario, se ha revelado el entramado inconstitucional a través del cual la familia real de la cuna del neocomunismo (valga la paradoja) se ha enriquecido groseramente sin haber sembrado ni una matica de cambur. Como dirían por allá en mi querida Carora, "¡a mundo Dubai!".

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