Han pasado unos cuantos meses desde que hice la última reseña de un disco, en aquel entonces fue Black Gives Way to Blue del regreso de Alice in Chains... lo que guarda ciertas similitudes en mi apreciación personal con Wasting Light de los Foo Fighters: son grunge (bueno, de ese movimiento más localista que musical) y ambos son un retorno... si, un retorno porque al fin la banda de Dave Gröhl saca un disco con la solidez y fuerza de la joya The Colour and The Shape.
Había perdido la esperanza de que algo así ocurriera. Son 4 los discos de la banda entre el de 1997 y éste de 2011 que han rodado por allí, con éxito, no hay que negarlo, con unas cuantas buenas canciones. Pero sólo hasta allí. Un esfuerzo como aquel no lo habían alcanzado nuevamente... hasta ahora.
La magia para que un disco sea considerado genial no está en sus canciones más famosas, los sencillos, está en que todo el disco funcione de forma pareja y eso depende de las canciones "menos populares". Puedes sacar 20 discos con un par de buenas canciones y mucho relleno, pero un disco completo sin baches no es tan sencillo. Wasting Light es eso.
Me alegro por Gröhl y los suyos, ser capaces de volver a tocar su propio techo es algo que no le pasa a todas las bandas y que pudiera confirmar su estatus de mega banda, tal vez la última que apareció en el deprimido panorama musical.
Son 5 los sencillos hasta ahora: Rope, Walk, Arlandria, The Days y Bridge Burning, éste último lanzado este 5 de junio, más de un año después del lanzamiento del disco... no les extrañe que salga algún otro, aún queda mucho material allí explotable comercialmente.
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