Salvo una sorpresa mayúscula, el Barça y el Madrid se enfrentarán cuatro veces en 18 días con tres títulos en juego. No hay que obsesionarse con arrasar.
Al Madrid y al Barça les queda certificar su pase a las semifinales de la Champions. Salvo despiste mayúsculo, así debería ser en ambos casos. Y luego, sí, hasta cuatro duelos directos en 18 días. ¿Demasiados? No. Porque son consecuencia de un hecho irrefutable: son dos muy buenos equipos, dos muy buenos competidores, y entramos de lleno en el tramo final de la temporada, el del reparto de premios, al que llegan solo los mejores. Así lo han certificado en la Copa del Rey, así lo están haciendo en la Liga y lo mismo en Europa, donde esta semana la criba dejará en cuatro los aspirantes al título. Y, salvo una enorme sorpresa, ellos serán dos de esos cuatro.
Poder, lo que se dice poder, tanto el Barça como el Madrid pueden ganar sus cuatro duelos directos. ¿Es probable? Al contrario, es muy improbable. Y, encima, innecesario. No te hace falta ganar cuatro partidos seguidos ante tu gran rival para demostrar que eres el mejor. Al menos desde el punto de vista azulgrana. Viniendo de donde vienes, de ganar lo que has ganado, de jugar como estás jugando, tu objetivo no es el pleno al cuatro. Tu objetivo es ganar los partidos adecuados. Y estos no son cuatro. Son dos: la final de la Copa en Valencia y la vuelta de las semifinales de la Champions en Barcelona. Uno vale un título; el otro, el pase a una final.
Una derrota asumible
De lo que se trata es de competir bien, no de exhibirse. Por estilo, por sus jugadores, por sus entrenadores, el Barça y el Madrid son muy distintos. Pero en el fondo la única diferencia que hay entre ambos, ahora mismo, son los 8 puntos que les separan en la Liga. En las otras competiciones, por independientes, por ser a 90 minutos, por ser a 180 minutos, ganará el que sepa competir mejor. Y esto incluye el primer partido de todos, el supuestamente intrascendente Madrid-Barça del Bernabéu. Para el Barça, competir bien en este partido no es ganar sí o sí. El empate es igual de bueno y la derrota es asumible. Competir bien este sábado es otra cosa. Es hacer que el Madrid se desgaste y lo dé todo y más. Luego, el resultado será el que será, pero a estas alturas de la temporada cualquier esfuerzo extra que puedas arañar de tu rival puede ser determinante cuando te has de cruzar tres veces más con él. Será Guardiola el que decida con quién sale, si se guarda alguno o no, y eso lo verá, lo notará, en las caras de sus jugadores en los próximos días.
La sorpresa de Mourinho
Para él, el reto es apasionante. A cada ausencia por lesión o sanción tendrá que buscar una solución. Es el momento de los matices, de los detalles. Cuando avisa de los peligros del rival lo hace porque ha sido jugador, primero, y entrenador, después. Porque lo ha vivido. Porque se la ha pegado. Y por eso sabe, y acierta, que los partidos más peligrosos son los que todos dan por ganados antes de jugarlos. Ante el primer duelo frente al Madrid, todos estarán alerta. En función de cómo se vayan dando los resultados le tocará frenar euforias o levantar ánimos. Sabe que Mourinho va a intentar sorprenderle de algún modo, pero el portugués también sabe que es muy difícil sorprender al Barça si este compite ya no fiel a su estilo, que siempre lo hace, sino con la máxima seriedad.
Llegados a este punto de la temporada -final de la Copa, semifinales, se supone, de la Champions- nadie quiere morir ahogado en la orilla. Pero solo uno puede ganar. Y aun siendo buena la temporada de ambos equipos, solo los títulos darán lustre a la campaña de ambos. Salvo sorpresa mayúscula, la Liga será azulgrana más pronto o más tarde.
La referencia
Pero se puede dar perfectamente el caso de que el Barça gane la Liga, gane la Copa, gane incluso hasta tres de los cuatro duelos directos y, sin embargo, pierda su pase a la final de Wembley. ¿Estarán contentos entonces los culés? Seguro que no. Por eso es tan importante saber competir bien en esta especie de play-off contra los blancos. No se trata de ganarlo todo, sino de ganar los partidos adecuados. Si el Barça lo consigue, certificará un grado de madurez superior al que ya tiene. Y, de rematar la faena en Wembley, volverá a ser referencia para todos. El campeón siempre es la referencia. Por eso es importante, tal como entiendo el fútbol, que el campeón incida en lo que hace el Barça. Estilo ofensivo, cantera y los valores propios de Guardiola: esfuerzo y respeto al contrario.
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